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24 septiembre, 2019

El contagio social de la esperanza

David Best

Profesor de Criminología en la Universidad Sheffield Hallam y Profesor honorario de Regulación y Gobernanza Global en la Universidad Nacional Australiana

 

Algunos de vosotros estabais ahogándoos en el dolor y por la adicción habíais perdido todo menos la vida; aún así, la rehabilitación seguía sin llegar. Cuando por fin llegó, nadie os forzó a aceptarla y, al principio, vosotros tampoco la elegisteis. Os encontrasteis con la rehabilitación a pesar de vosotros mismos; la encontrasteis a través de otras personas que estaban en rehabilitación (William White, 2010).

En 2010, Christakis y Fowler hicieron presentaron los resultados de su informe clave de salud pública en materia de contagio social, en el que hablaban de la importancia de un flujo de comportamientos a través del entorno social basado en los principios de conexión, contagio y homofilia (este último, referido al hecho de que las personas conectadas tienden a compartir valores y creencias). Poniendo como ejemplo comportamientos tan diversos como dejar de fumar, el consumo de alcohol compulsivo, la obesidad, el divorcio o las enfermedades cardiovasculares, Christakis y Fowler demostraron la importancia del entorno social en la transmisión de una serie de comportamientos de forma predecible, pudiendo mapearlos según su atractivo y de las personas que los encarnaban representando un modelo a seguir.

De forma similar, Braithwaite (próximo) utilizó la idea de las cascadas para explicar la transmisión de un grupo de comportamientos complejos, como son el suicidio, los comportamientos antisociales y la guerra. Además, Braithwaite analiza la rehabilitación de las adicciones y cita el movimiento de 12 pasos y su poder social, similar al indicado en la cita de William White al principio de este ensayo.

Este ensayo trata de las condiciones que pueden apoyar el contagio de la rehabilitación basándose en el atractivo de sus portadores y en el mensaje que transmiten, además de las condiciones sociales que les permiten ser visibles y transmitir de forma eficiente y firme.

El concepto CHIME y los mecanismos de rehabilitación

En 2011, Leamy publicó junto con otros compañeros un metaanálisis de mecanismos de rehabilitación de salud mental, en el que identificaron cinco factores principales con los que crearon el acrónimo CHIME (por su siglas en inglés). Todos los proyectos e intervenciones de rehabilitación efectivos tenían cinco factores en común: mejoraban la conectividad, creaban esperanza, permitían a las personas desarrollar identidades más positivas, apoyaban el proceso de darle un sentido a la vida diaria y empoderaban a las personas involucradas en los programas. Esto de traspasa perfectamente al espacio de rehabilitación de las adicciones; Best, Hall y Hamer (en publicaciones) han expuesto que es la combinación inicial de conexiones con otras personas en rehabilitación la que genera la esperanza que puede crear un ciclo positivo de actividades significativas (trabajo, educación y voluntariado), creando, a su vez, una imagen de sí mismos positiva y una sensación de autoestima y autosuficiencia.

Como se menciona en mi libro The Social Contagion of Hope (El contagio social de la esperanza) (Best, 2019), la rehabilitación es un fenómeno principalmente social y societario que depende de la acumulación del «capital de rehabilitación» (Granfield y Cloud, 1999). Si bien sabemos que, en un periodo de unos cinco años (Dennis et al, 2007), las personas desarrollarán recursos personales suficientes (resiliencia, capacidad para lidiar con situaciones, autoestima, etc.), la mayoría también se basará en un entorno social sólido y en la capacidad para acceder a los recursos disponibles en sus comunidades. Los grupos a los que pertenecen (si procede) y las oportunidades que existen para que accedan a los recursos de las comunidades determinarán la probabilidad de incursión en el fenómeno de contagio y su capacidad para alimentar y mantener estas oportunidades de cambio.

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Conectores comunitarios y compañeros vencedores

El libro Contagio Social describe varios casos prácticos desde Australia hasta Reino Unido en los que había centros de vencedores visibles y atractivos han generado vías evidentes de apoyo entre compañeros en forma de conectores comunitarios (McKnight y Block, 2010). Estos conectores comunitarios proporcionan apoyo social y representan un modelo a seguir, además de convertirse en puentes humanos para los recursos comunitarios que pueden apoyar las vías de rehabilitación. Las características comunes de los grupos descritos representan un vibrante sentido de la energía y del compromiso, con fuertes vínculos entre sus miembros (lo que Putnam [2000] habría definido como el capital social vinculante) y conexiones positivas y diversas con los recursos disponibles en la comunidad (en el lenguaje de Putnam, capital social integrante).

Los grupos pudieron crear y proyectar una identidad social positiva en los nuevos miembros, a la vez que creaban oportunidades de aprendizaje social en un entorno estructurado, solidario y regulado. Los compañeros desempeñaron un papel esencial en este proceso, con cada grupo liderado por personas en rehabilitación estable actuando como modelos a seguir, proporcionando una estructura, transmitiendo su experiencia y conocimientos para guiar y dar forma a los grupos y gestionar las relaciones con organizaciones externas.

Como ya debatíamos en el modelo de identidad social de rehabilitación de adicciones (SIMOR, por sus siglas en inglés; Best et al, 2016), los grupos de rehabilitación positivos como este utilizan un proceso de atracción y compromiso para apoyar a las personas a alejarse de los grupos que consumen y unirse a grupos de rehabilitación, en los que la persona experimenta cambios en sus valores, creencias, expectativas y necesidades. Los compañeros desempeñan una función esencial a la hora de demostrar lo que es posible (conexión relacionada con la esperanza) y en la creación de vías para participar en actividades significativas que pueden provocar cambios de identidad positivos y un empoderamiento personal, completando los requisitos del concepto CHIME.

Si bien los profesionales también pueden representar muchas facetas de este papel, y la rehabilitación es el centro de la teoría relacional en la que las conexiones humanas inspiran y motivan un cambio independientemente de su origen, hay algo único en el papel de mentoría de los compañeros (siendo los 12 pasos solo un ejemplo entre tantos). Representan la esperanza y la inspiración y, además, ofrecen un apoyo práctico; muchos irán un paso más allá, ofreciéndose fuera del horario de oficina para ayudar en casos de crisis, apoyar y convencer, traspasando la barrera hacia una la amistad que trasciende (y que sobrepasará) los lazos profesionales.

Los grupos de rehabilitación positivos como este utilizan un proceso de atracción y compromiso para apoyar a las personas a alejarse de los grupos que consumen y unirse a grupos de rehabilitación, en los que la persona experimenta cambios en sus valores, creencias, expectativas y necesidades

Conclusiones y modelo de prueba para el contagio

Como es lógico, esta caracterización solo se aplica a los mejores compañeros mentores y guías; este ensayo concluye con algunas ideas preliminares sobre el funcionamiento práctico del contagio. Esto nos permitirá analizar y especular sobre algunos de los determinantes que indican la posibilidad y velocidad de un contagio efectivo, generando una «epidemia» de rehabilitación en la población.
Por lo tanto, la primera sugerencia tiene que ver con la estabilidad y el atractivo de los modelos de rehabilitación a seguir: su capacidad para atraer e involucrar a personas sumidas en el caos de las sustancias adictivas, hasta el punto de darles la inspiración y esperanza de que la rehabilitación es realista.

Sin embargo, para llegar a ese punto, debe haber una conexión. Para lograrla, se necesita visibilidad y unas vías posibles, tanto para el público general como para los servicios de tratamiento. En los servicios de tratamiento con especialistas, los trabajadores deben abogar por la rehabilitación y creer en la capacidad de los grupos y las comunidades de rehabilitación para crear esta conexión inicial. Las personas con problemas, o los seres queridos de personas con problemas, deben tener acceso a la rehabilitación.

Por este motivo, los primeros obstáculos surgen en la capacidad para generar esperanza y en la habilidad para conectar. Estas son las características del grupo. No obstante, también hay que tener en cuenta factores estructurales que influirán en el compromiso, como la financiación y el apoyo a los grupos y comunidades de rehabilitación, así como factores macroeconómicos que dan forma a la cohesión de una comunidad y a su bienestar comunitario.

Hay un segundo grupo de factores estructurales relacionados con la capacidad de los conectores de compañeros para crear estas conexiones en la comunidad. A grandes rasgos, se pueden clasificar en empleo y vivienda, aunque la capacidad del capital integrante no trata únicamente de lo que hay ahí fuera, sino en la voluntad de las comunidades para permitir el acceso a los grupos que no lo tienen. No es solo una cuestión de desigualdad social y exclusión; se trata de justicia social.

Mientras estas son las características candidatas para explicar la eficacia y velocidad del contagio social de la rehabilitación, hay un apunte positivo que desafía las exclusiones estructurales y las desigualdades neoliberales. En nuestro ensayo sobre la rehabilitación como movimiento político prefigurativo, Beckwith, Bliuc y Best (2013) exponían que la rehabilitación tiene una propiedad emergente como identidad colectiva de esperanza en forma de «movimiento de rehabilitación». El movimiento de rehabilitación ha emergido en forma de paseos de rehabilitación, juegos de rehabilitación, cafés de rehabilitación y otros eventos que crean un sentido colectivo de pertenencia y de orgullo. El movimiento de rehabilitación no es inmune a los aislantes estructurales que impiden el contagio, pero el sentido de eficacia colectiva que generan puede ayudar a superar algunas de estas barreras estructurales. Por este motivo, los modelos basados en compañeros pueden constituir las «raíces» principales, si bien su impacto colectivo puede ser mucho más profundo.

Referencias

Beckwith, M., Best, D. & Bliuc, A. (2016) What the recovery movement tells us about pre-figurative politics (Lo que nos cuentan los movimientos de rehabilitación sobre las políticas prefigurativas), Journal of Social and Political Psychology, 4(1), 238-251.

Best, D., Beckwith, M., Haslam, C., Haslam, A., Jetten, J., Mawson, E. & Lubman, D. (2016) Overcoming alcohol and other drug addiction as a process of social identity transition: The Social Identity Model of Recovery (SIMOR), Addiction Research and Theory (La superación del alcohol y otras adicciones a sustancias como proceso de la transición de la identidad social: el modelo de identidad social de rehabilitación (SIMOR), teoría e investigación de la adicción), 24 (2), 111-123.)

Best, D. (2019) Pathways to recovery and desistance: The role of the social contagion of hope (Vías hacia la rehabilitación y el desestimiento: el papel del contagio social de la esperanza). Bristol: Policy Press.

Best, D., Hamer, R. and Hall, L. (2019) An integrated model of change – desistance and recovery (Un modelo integrado de cambio: desestimiento y rehabilitación). In; Best, D. & Colman, C. (eds) Desistance and recovery (Desestimiento y rehabilitación). Routledge: Abingdon, Oxon.

Christakis, N. & Fowler, J. (2010) Connected: The surprising power of our social networks and how they shape our lives (Conectados: El asombroso poder de nuestro entorno social y cómo da forma a nuestras vidas). Little, Brown and Co: Nueva York.

Granfield, R. and Cloud, W. 1999. Coming clean: Overcoming addiction without treatment (Limpio: superar la adicción sin tratamiento), Nueva York: New York University Press.

McKnight, J. & Block, P. (2010) Abundant communities: Awakening the power of families and communities (Comunidades abundantes: despertando el poder de las familias y las comunidades). Berrett-Koehler.

Putnam R. (2000) Bowling Alone: The Collapse and Revival of American Community (Jugar solos: caída y recuperación de la comunidad estadounidense). Nueva York: Simon & Schuster.

White, W. (2010) Recovery is contagious (La rehabilitación es contagiosa), williamwhitepapers.com (consultado el 20/02/2019)

 

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