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21 septiembre, 2018

GÉNERO, USOS DE DROGAS Y PROSTITUCIÓN

GÉNERO, USOS DE DROGAS Y PROSTITUCIÓN

En muchos contextos de prostitución el uso de sustancias psicoactivas supone un componente fundamental del desarrollo de los servicios sexuales de pago. Muchos estudios internacionales han señalado una alta prevalencia de consumos de drogas en esta población, si bien es cierto que en España estos estudios son menores. El tipo de consumo, las motivaciones y las circunstancias de uso se encuentran generizados, es decir, el sexo y el género marcan diferencias importantes en el consumo y en los riesgos asociados (Cusick, 1998). Mientras que en las relaciones heterosexuales de pago pueden usarse un tipo de sustancia, con unas motivaciones concretas, no ocurren los mismos en las homosexuales. Además, el comprador de servicios sexuales mayoritariamente es varón, mientras que la oferta de servicios sexuales puede ser realizada por mujeres –que son mayoritarias-, transexuales o transgéneros y varones. Por eso, cuando hablamos de prostitución debemos aplicar la perspectiva de género al analizarlo. El uso de alcohol o cocaína es frecuente en el desarrollo de los servicios sexuales, aunque con motivaciones diferentes. Para unos la principal razón es lúdica (los compradores), en cambio para otros la motivación es instrumental (las vendedoras o vendedores); pero sin embargo no ocurre lo mismo con el resto de sustancias. Así, las benzodiacepinas tiene dos principales razones de consumo: por una parte, como en población general son más prescritas y usadas por la población femenina para combatir los malestares psicológicos, en este caso las secuelas que la prostitución puede acarrear a las mujeres; por otra parte, son usadas para relajarse después de una jornada de ocupación con los clientes intensa y nocturna, o para poder conciliar el sueño si se ha tenido una gran noche de consumo de estimulantes con los compradores de sexo. En ocasiones y con esta misma motivación se utiliza el cannabis.

El uso del alcohol se percibe como un elemento fundamental del trabajo para aquellas personas que ejercen la prostitución en locales y clubs, precisamente porque existe un momento previo a los servicios sexuales, el alterne, en el que es clave el consumo de bebidas alcohólicas, y cuántas más se consuman más ingresos obtendrán. Este tipo de uso suele ser público y tolerado socialmente, impulsado por las propias personas que ejercen la prostitución, aunque recortado en cierta medida por los controles de alcoholemia en la puerta de estos locales como medida disuasoria. En cambio, el uso de cocaína se realiza generalmente en un momento posterior, más oculto e íntimo en el desarrollo de los servicios sexuales, generalmente a demanda del comprador. Por tanto, existe una variedad de circunstancias de usos de drogas en los contextos de prostitución: las peticiones de consumo por parte de los compradores, los usos de sustancias psicoactivas por parte las ofertantes para contrarrestar el aburrimiento, aguantar largas jornadas de espera u ocupación con los compradores; y por ultimo una promoción de usos de bebidas alcohólicas parte de los dueños de los establecimientos. En todo este contexto prostitucional, el consumo de tabaco suele ser mayoritario, incluso a pesar de la prohibición de fumar en locales públicos, y en menor medida el de cannabis.

Dependiendo del ámbito de prostitución la presencia del consumo de drogas puede ser mayor o menor.  Se ha mencionado que las personas que ejercen la prostitución en la vía publica consumen más drogas y con mayor riesgo asociado que aquellas que se ocupan en pisos u hoteles

Dependiendo del ámbito de prostitución la presencia del consumo de drogas puede ser mayor o menor.  Se ha mencionado que las personas que ejercen la prostitución en la vía publica consumen más drogas y con mayor riesgo asociado que aquellas que se ocupan en pisos u hoteles (Meneses, 2010; Van Nunen et al, 2014). Por último, cabe destacar el policonsumo de sustancias psicoctivas que está muy presente y asociado a esta actividad con importantes repercusiones para la salud.

Los riesgos de consumo de drogas en prostitución

En otro lugar hemos hablado con mayor detenimiento de los riesgos que conlleva la prostitución y dentro de estos los que se asocian al consumo de drogas (Meneses, 2007a). Por tanto, en este apartado traeremos a colación aquellos aspectos relevantes a los que no se ha prestado la suficiente atención ni desde la investigación social ni desde la intervención.

Usar sustancias psicoactivas es diferente de abusar de ellas. Es cierto que los consumos de drogas instrumentales y ritualizados pueden presentar menos riesgos, o bajas consecuencias negativas para las personas que ejercen la prostitución (Meneses, 2010), -ya que fuera de este contexto no se consumen-. Sin embargo, no están exentos de que con el tiempo puede devengar en un abuso o la adquisición de dependencia a las drogas.

Se han relacionado una serie de riesgos asociados al ejercicio de la prostitución cuando se consumen drogas. Entre ellos podemos destacar la peor negociación de los servicios sexuales en los precios, en el uso de condón, en el tipo de prácticas sexuales, etc.; la desinhibición que producen las drogas o la pérdida de control les lleva a una peor disposición para afrontar posibles situaciones de violencia u otros peligros, pues las personas que ejercen la prostitución están en alerta ante estas posibles situaciones de agresión que pueden acontecer y están preparadas para manejarlas. Pero si están bajo efectos de sustancias psicoactivas perderán esa capacidad de reacción. Además, muchas mujeres que se ocupan en pisos o locales pueden ser obligadas a incrementar las horas, el número de clientes con los que ocuparse o a asumir otras condiciones para ejercer la prostitución que no asumirían si no estuviesen bajo los efectos de estas sustancias y, por tanto, encontrándose en condiciones de vulnerabilidad. Pero hasta ahora hemos señalado las repercusiones en las personas que ejercen la prostitución. Sin embargo, los hombres que comprar los servicios sexuales también usan sustancias psicoactivas especialmente alcohol y cocaína. Los clientes cuando han abusado de estas sustancias suelen ser un gran peligro especialmente para las mujeres que ejercen, incrementándose varias veces las posibilidades de agresión, o impago por los servicios realizados, si lo comparado con hombres o transexuales que prestan servicios sexuales. La violencia que desencadenan contra ellas es mayor.

De todos los riesgos que hemos comentado indudablemente el mayor es la adicción al alcohol o a la cocaína, ya que son las principales sustancias de consumo (Meneses, 2007b). Sin embargo, no suelen quedar muy reflejado en el sistema de tratamiento por muchas circunstancias, pero principalmente porque la mayoría de estas mujeres no son españolas.

Las necesidades de intervención preventiva disminuyendo riesgos

En mis últimas investigaciones sobre prostitución y trata con fines de explotación sexual me he recorrido distintos contextos de prostitución (calle, pisos, locales, polígonos industriales, etc.) y he percibido que el uso de drogas no ha disminuido (respecto a otros estudios realizados hace una década), sino al contrario, muestra una mayor tolerancia y consumo, a la vez no me he encontrado con ningún programa de intervención preventiva para disminuir riesgos, especialmente sobre el uso de alcohol, cocaína o benzodiacepinas, principales sustancias de abuso. Es cierto que la prostitución es un contexto oculto y hostil a la presencia de agente sociales de intervención socio-sanitaria, pero esto no debe ser pretexto para dirigirnos hacia este colectivo, tanto hacia los compradores de sexo, que escasamente se interviene con ellos, como hacia las mujeres de venden los servicios sexuales (que son mayoría respecto a los otros géneros). Por tanto, es escasa la intervención social en prostitución sobre usos y abusos de drogas. Con esto no quiero decir que las ONGs que están trabajando en el terreno no hagan una estupenda labor sobre las poblaciones con las que interaccionan y atienden, pero necesitan más medios y posibilidades para prestar atención a estos consumos. Sigue siendo necesario la información y formación sobre los consumos de drogas, su repercusión en la actividad sexual, las interacciones farmacológicas y las posibilidades de acudir a recursos sociales o sanitarios, y esto sigue siendo una asignatura pendiente.

 

Bibliografía:

Cusick, l. 1998. Female prostitution in Glasgow: drug use and occupational sector. Addiction Research, 6(2): 115-30.

Meneses C. 2007a. Riesgo, vulnerabilidad y prostitución. Documentación Social, 144:11-36.

Meneses C. 2007b. Consecuencias del uso de cocaína en las personas que ejercen la prostitución. Gaceta Sanitaria, 21(3): 191-19

Meneses C. 2010. Usos y abusos de drogas en contextos de prostitución. Revista Española de drogodependencias, 35(3):329-344.

Van Nunen K, Leuridan E, Van Hal G, Van Damme P, Decorte T. 2014. Legal and illegal drug use among female sex workers in bar and club prostitution in Belgium: A quantitative and qualitative study. Drugs: education, prevention and policy, 14; 21(1): 56–64

 

AUTORA:

Carmen Meneses Falcón

Universidad Pontificia Comillas ICAI-ICADE

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