Suscribir via RSS o Email

27 junio, 2019

VOLUNTARIADO: UN CAMINO DE VÍNCULOS SÓLIDOS

Autor: Albert Sabatés. Director de Obra Social Santa Lluïsa de Marillac. Fundador de Projecte Home Catalunya y presidente de la Asociación Proyecto Hombre (2003-2008)

La invitación a participar en estas jornadas de voluntariado me brinda la grata ocasión de compartir con vosotros intuiciones en torno a lo que me parece más significativo de la aportación del Proyecto Hombre a la causa de la reinserción social, así como algunas reflexiones que, a lo largo de estos años de trabajo con personas en situación de exclusión, hemos ido elaborando con otros compañeros. 

Un camino de vínculos sólidos, ¿Por qué este título? Por dos motivos: En primer lugar, la experiencia del Proyecto Hombre y la de la reinserción social en general es una experiencia de proceso, de un camino que no es el logro de un día, de algo que va creciendo, evolucionando, madurando a base de superar obstáculos y dificultades, a base de afrontar miedos y complejos, a base de confiar una y otra vez, a base de esperar. Y es sobre todo un camino en el que los vínculos con los demás son el espacio que ofrece y posibilita nuevos aprendizajes, son los que permiten desarrollar nuevas capacidades y a la vez reinterpretar la propia historia dotándola de un nuevo horizonte de significación y sentido. El verdadero cambio psíquico depende de esto; es lo que modifica la memoria emocional.

En segundo lugar, tenemos que poner la atención en el tipo de vínculos al que nos referimos. Cualquier vínculo no es adecuado. Muchas veces oímos hablar de vínculos de forma totalmente sentimental y acrítica. Podemos decir “Tiene mucho vínculo con nosotros” y en realidad a lo que nos estamos refiriendo es a una relación de “enganche” que no tiene nada de saludable.  Puede haber vínculos de dependencia, por ejemplo, que no permiten crecer y desarrollarse hacia la autonomía. Hay una patología de los vínculos. Los vínculos que pueden ofrecer un espacio de transformación son sólidos, firmes y fieles o persistentes. En tiempos líquidos, por usar la expresión de Z. Baumann, en que la verdad no importa o parece que no hay nada sólido donde apoyarse, ponemos la atención en la calidad del vínculo que  permite aprender, crecer y orientarse. El papel que juega el trabajo en equipo en todo esto es fundamental.

Voy a centrarme en tres aspectos distintos relacionados entre sí: en primer lugar, la solidaridad como punto sólido de partida y la aportación vital del voluntariado en su dinamismo; en segundo lugar, un repaso de lo fundamental de la experiencia de las comunidades terapéuticas que está en el origen del Proyecto Hombre así como las confirmaciones que nos vienen desde los avances de las neurociencias afectivas y finalmente, en tercer lugar, una mirada hacia las actitudes y valores que inspiran y sostienen este caminar.

XVI Escuela de Otoño de Voluntariado

XVI Escuela de Otoño de Voluntariado (P.V.).

Solidaridad de Solidus, in solidum 

El Proyecto nace del voluntariado, de una iniciativa solidaria, de una vocación de servicio, de la voluntad de dar respuesta a la situación de aflicción de muchos jóvenes y familias, y de un corazón atento al sufrimiento de los demás. Es algo que no se puede olvidar sin desvirtuar lo esencial de este proyecto de transformación personal y social. No nació ni como un negocio ni como una empresa profesional. El personal contratado vino después. Me parece que tener esto presente nos sitúa en su originalidad. El Proyecto nació de una vocación de transformación social, de una gran disponibilidad para el servicio, y de ahí mismo vino la exigencia de profesionalidad, de hacer las cosas bien. Y por esto tampoco es una clínica o una escuela psicológica, sino una organización con un entramado de relaciones sociales, de implicaciones, de compromiso e involucración recíproca con la sociedad y sus distintas instituciones. 

La palabra solidaridad viene, según parece, del latín solidus y del concepto jurídico in solidum. Transmite la idea del cuerpo social como un todo o el de las obligaciones solidarias. Me entretengo con la etimología porque las palabras son una realidad llena de significado y de historia. Cuando nos detenemos ante ellas y las escuchamos en profundidad dicen más de lo que dicen, son símbolos que evocan una experiencia de la comunidad humana.

“Parte de un todo con su aportación a los demás”, dice una frase de la célebre filosofía que se lee en muchas comunidades terapéuticas del mundo. Porque la comunidad tiene en su raíz este aspecto solidario, de firmeza de los vínculos sociales. Si nos fijamos en la historia de muchos centros de la Asociación Proyecto Hombre su denominación inicial era Centro de Solidaridad. No será de extrañar pues que cuando el Proyecto quiso encontrar una respuesta adecuada a la problemática de la drogodependencia acudiese a la experiencia de las comunidades terapéuticas y a las acertadas y profundas intuiciones de los psicoanalistas ingleses que subyacen en ella. Lo que nos conduce al siguiente aspecto a destacar. 

Albert Sabatés, autor del artículo, Elena Presencio, directora general de la Asociación Proyecto Hombre, y Manuel Mingorance, presidente de la Comisión de Voluntariado de Proyecto Hombre (O.G.)

Albert Sabatés, autor del artículo, Elena Presencio, directora general de la Asociación Proyecto Hombre, y Manuel Mingorance, presidente de la Comisión
de Voluntariado de Proyecto Hombre (O.G.)

Una experiencia vinculante 

La experiencia de las comunidades terapéuticas de la que nace el Proyecto Hombre es una experiencia de echar raíces, de enraizarse en la realidad que siempre es acompañada. No es posible ser un hombre (varón o mujer) solo. El ser humano es compañía, se gesta en la relación, antes y después de nacer, y sólo se logra a nivel psíquico si hay unos vínculos suficientemente buenos como para permitir un desarrollo adecuado.

Nuestro pensamiento se encarna en la realidad, nace de ella. Es esta una intuición muy propia del pensamiento español. Mauricio Wiesenthal en un reciente libro destaca este fragmento de “El Quijote” (1):

“Despabilé los ojos, limpiémelos, y vi que no dormía, sino que realmente estaba despierto; con todo estos me tenté la cabeza y los pechos por certificarme si era yo mismo el que allí estaba o alguna fantasma vana y contrahecha; pero el tacto, el sentimiento, los discursos concertados que entre mí hacía me certificaron que yo era allí entonces el que soy aquí ahora”

Me pareció que no se podía explicar mejor esta perspectiva integral del psiquismo humano. Emoción, sentimiento y pensamiento. Un pensamiento encarnado, una razón vital, sintiente… Esta integración es la que se produce en los procesos terapéuticos en que los vínculos son adecuados.

Los avances de las neurociencias afectivas vienen a confirmar estas intuiciones que nacen de la experiencia… Tanto los progresos en la comprensión de la memoria y el aprendizaje desde el Premio Nobel de fisiología Erik Kandel como el desarrollo de la comprensión de los sistemas afectivos en autores como Jaak Panksepp, por poner un ejemplo, ponen de relieve esta perspectiva y ofrecen sugerencias interesantísimas de cara a comprender qué sucede en los procesos terapéuticos que están relacionados con aprendizajes afectivos a través de la experiencia de vínculos adecuados. 

Las comunidades terapéuticas del estilo del Proyecto Hombre tienen un doble origen: por un lado las comunidades inglesas, llamadas profesionales o democráticas,  y por otro las comunidades norteamericanas de ex-adictos denominadas jerárquicas. Muchas veces se pasa por alto la base teórica que brinda el grupo de psicoanalistas ingleses que se centraron en los grupos y las organizaciones que subyace en nuestros orígenes. Harold Bridger, por ejemplo, es uno de ellos. Su contribución en la gestación de lo que ha sido el Proyecto Hombre no ha sido reconocido ni valorado suficientemente. Fue el asesor y supervisor de Tony Gelormino y del Ceis de Roma en la estructuración de los procesos de formación y de trabajo en equipo. Creemos que contribuyó a fundamentar y estructurar la dimensión de proceso y de equipo que está en la base de la eficacia y de los logros del cambio psíquico.

Concebía el trabajo en equipo como una doble función hacia fuera y hacia adentro. Es decir, hacia la tarea y hacia el trabajo interno de la interrelación para hacer equipo. Consideraba que las Comunidades Terapéuticas eran comunidades de transición; los vínculos son los que ofrecen un espacio de transición, un periodo de aprendizaje afectivo desde la experiencia, que requiere un tiempo y que permite que la persona aprenda a relacionarse de otro modo.

Creo que la especialidad más original del Proyecto Hombre no son las adicciones principalmente sino la reinserción social y ahí lo verdaderamente importante y decisivo no son las técnicas psicológicas sino los vínculos que establecemos.

Un corazón atento

Finalmente para acabar me gustaría destacar una serie de actitudes y valores que consideramos básicos en la tarea del acompañamiento de personas. En síntesis diría que necesitamos un corazón atento. Este corazón atento incluye el pensamiento crítico. Muchas veces se echa en falta en la intervención social, aunque el discurso predominante sea crítico de palabra. 

Un corazón atento necesita inspiración: ¿Cuál es nuestra inspiración? Conviene ir a las fuentes de nuestra inspiración y regresar a ellas a menudo cuando nos acercamos al sufrimiento humano. Estas fuentes también pueden ser turbias y conviene discernirlas.

Entre las actitudes del que acompaña destacaría una constelación de valores: Humildad, honestidad, sencillez, respeto… tener en cuenta que el otro es como tú.

Hace años que trabajo con las Hijas de la Caridad, fundadas por San Vicente de Paul hace casi 400 años. Su labor al servicio de los pobres se centra en tres virtudes principales: humildad, sencillez y caridad. Me parece que son patrimonio común de la acción social eficaz.

La humildad, que tiene que ver con la verdad y la autenticidad, es imprescindible para acompañar y llegar verdaderamente a los otros. Sin fingir, de tú a tú. La mano que da siempre está por encima de la que recibe, dice un proverbio africano… Nos acercamos como seres humanos, ni por encima, ni por debajo, sin superioridad ni condescendencia, sin falsas modestias tampoco. Teresa de Ávila decía que humildad es andar en verdad. La pasión por la verdad tiene que ver con la humildad y la autenticidad. Humildad viene de humus, la tierra que somos.

La sencillez tiene que ver con la simplicidad, con la claridad, con no complicar las cosas. Si es sí es sí, si es no es no. Los conflictos sobre la mesa. El trabajo en equipo se facilita mucho y la relación de acompañamiento también.

Caridad, que quiere decir amor. El amor y el respeto van juntos. Se expresa de muchas formas. Una de ellas es el tacto, entendido como esta atención capaz de comprender al otro, que tiene que ver con saber mirar, saber escuchar, no sólo las palabras; los hechos, la postura, las emociones… Es también un equilibrio entre delicadeza y firmeza.

El respeto pide empatía y distancia a la vez, una distancia cálida. Requiere discernimiento y prudencia para no confundirnos. 

El todo ello el trabajo en equipo es fundamental. Es la quintaesencia del buen trabajo en inclusión o reinserción social y es la clave de la eficacia del proyecto Hombre desde mi experiencia y mi punto de vista. Hay una riqueza en el vínculo social que no puede ofrecer el vínculo individual. La solidaridad es un trabajo de equipo.

 

  1. Wiesenthal, Mauricio, La Hispanibundia, Acantilado, Barcelona, 2018.

Dejar un comentario

Note: Make sure you enter the required information where indicated. HTML is allowed. Your email address is Required but, will never be published.

Obligatorio
Required, but not shared

Suscribirse a los comentarios